Aspectos legales

Tanto la tradición católica como la judía fijaron días propios para apostar, aunque en un contexto más general las autoridades religiosas desaprobaban estas prácticas por considerarlas profanas. Las apuestas pueden tener igualmente consecuencias socialmente conflictivas, y es por ello que basándose en razones religiosas y sociales las autoridades han limitado históricamente el juego. Algunas naciones islámicas aún lo prohíben completamente; aunque la mayoría de países se limitan a establecer reglamentos de control.

En muchas jurisdicciones de los E.E.U.U, tanto a nivel local como estatal, se prohíbe o controla estrictamente el juego. Ello hace que se genere un turismo de apuestas y un circuito ilegal de apuestas. De cualquier modo, la implicación del gobierno con las grandes organizaciones de juego se refleja en un trato fiscal especial debido a los considerables beneficios que el juego proporciona y que constituyen en la práctica la base de la economía de países como Mónaco o Macau.

Aunque los contratos de seguros tienen mucho en común con los depósitos, se distinguen legalmente como acuerdos en los que ninguna parte concurrente se manifiesta interesado en el “resultado” de ese depósito, más allá del propio coste económico de su sostenimiento. Por ejemplo, una “apuesta” con una aseguradora sobre la posibilidad de que un vehículo sea robado no es “juego”, sino un seguro -en tanto que el propietario está más interesado en mantener su propiedad que en el aspecto puramente financiero de la “apuesta” (es decir, las condiciones del seguro). Sin embargo, tanto el seguro como los contratos de juego están típicamente considerados como aleatorios por la mayoría de los sistemas legales, aunque queden sujetos a distinta legislación.

Es por ello que existe una legislación específica que establece que los resultados sean estadísticamente aleatorios, para evitar que los fabricantes diseñen dispositivos en los que sea imposible ganar un premio elevado. Sin embargo, ya que estos premios son muy improbables, los beneficios tienden generalmente hacia la banca o el propietario del local.